Europa apura el Acuerdo de Libre Comercio con el Mercosur. ¿Por qué? – Jorge Marchini | Especial para NODAL
Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.
Por Jorge Marchini (*)
La noticia pasó inadvertida, pero puede ser de enorme significación estratégica. La semana pasada el Parlamento Europeo decidió confirmar la redacción de su resolución sobre Política Exterior y Seguridad para el presente año que incluye una mención especial a las negociaciones en relación al acuerdo de libre comercio de la Unión Europea con el Mercosur.
En forma específica el documento en su parágrafo 47 “…subraya la importancia de impulsar y finalizar la revisión de los acuerdos globales con Chile y México, así como el Acuerdo de Asociación UE-Mercosur, y destaca que se trata de aliados y socios clave de la UE”
Esta redacción, aparentemente neutra y simpática, reflejó en realidad un cambio sustantivo de la posición europea, cuyo parlamento en octubre pasado definía que “no se puede ratificar el acuerdo entre la UE y el Mercosur en estado actual”
La última decisión europea desarticula la ilusión que manejaron muchos movimientos sociales y también referentes de opinión y políticos latinaomericanos que la Unión Europea no iba a avanzar hacia la firma del acuerdo Mercosur-UE ya que comprometía temas ambientales y laborales.
No comprendían -tal vez algunos sí lo hicieron cínicamente-, que la aparente intransigencia europea servía para imponer mayores exigencias hacia los países del Mercosur en las negociaciones, lo que por cierto lograron (menos apertura y más discrecionalidad para limitar el ingreso de productos mercosureños a Europa).
No se quiso comprender que las negociaciones no se basan en terminantes principios idealistas sino, y sobre todo, por intereses. El proteccionista sector agrícola europeo, si bien contrario en un principio al acuerdo con el Mercosur, es secundario dentro del capitalismo europeo, y puede ser neutralizado con mayores garantías de protección y/o más subsidios.
Vamos a ver qué ocurre ahora. Por cierto, los europeos están empujando ahora para una rápida confirmación del acuerdo Mercosur-UE. Ejemplo de ello, y es de suponer no casuales, son las declaraciones en las últimas horas del Comisionado para Asuntos Exteriores de la UE, el socialdemócrata español Josep Borrell para “poner toda la presión sobre América Latina”.
Junto a ello, la publicación de un estudio de impacto, algo que significativamente no hicieron en general ni para sectores particulares los países del Mercosur en relación a sus propias economías , refiriendo que el crecimiento las exportaciones europeas al Mercosur, de concretarse el acuerdo, serían significativamente mayores que las importaciones, y ello aún para productos tan sensibles como los lácteos,
Lamentablemente aquí, a diferencia del 2018 y 2019 que se había construido cierto consenso de oposición ante el principio acuerdo asimétrico firmado, el tema Mercosur-UE ha quedado fuera de análisis y discusión. A ello contribuyen:
a) Las negociaciones siguen siendo secretas, y no se han dado a conocer significativas concesiones brindadas por los negociadores del Mercosur (entre otras; discrecionalidad europea para determinar limitaciones sanitarias, liberalidad en la certificación de origen) a cambio de muy poco (algunos permisos para superar indicaciones geográficas).
b) Se bien funcionarios reconocen que la experiencia de otros acuerdos de libre comercio vigentes entre la Unión Europea y países latinoamericanos ahondaron los déficit en balanzas comerciales (Chile, México, Perú, Ecuador), sin ningún fundamento afirman que la posición europea en organismos multilaterales (por ejemplo, la negociación clave actual de Argentina con el FMI) será “muy comprensiva y benevolente” si se ratifica el acuerdo.
c) Los sectores económicos y sociales de los países del Mercosur potencialmente afectados por un acuerdo desventajoso (economías regionales, industrias, servicios ) no han hecho seguimiento del tema, tanto por ignorancia de sus potenciales consecuencias como por ilusión sin sustento que “es la hora de abrirse al mundo”, cuando justamente el panorama internacional en el marco de la pandemia y la crisis de las economías es muy delicado al estar creciendo las tendencias proteccionistas y disputas geopolíticas entre economías centrales.
Valdis Dombrovskis, vicepresidente de la Comisión Europea, ha reconocido con sinceridad y sin romanticismo que “es necesario vencer la resistencia a un acuerdo que garantizaría a la Unión Europea el acceso privilegiado al bloque comercial más grande de América del Sur, por delante de China y EEUU”..
Como afirma con lucidez un empresario pyme de Argentina, Raúl Hutín, Secretario de la Central de Entidades Empresarias Nacionales ( CEEN) “No nos cerramos al mundo ni escapamos de la competencia. Pero para que ésta sea equitativa se deben dar condiciones similares entre las partes, cosa que hoy está lejísimo de suceder. De no considerarse los distintos grados de desarrollo, como ocurre en la vida, el más grande se impone sin más sobre el más chico. El libre comercio sin contemplar desigualdades en el punto de partida genera mayores desequilibrios”.
Es preciso en lo inmediato que se transparenten la negociaciones que están llevando adelantes entre negociadores del Mercosur y los de la Unión Europea en esta etapa que se denomina de “revisión legal”.
No es posible aceptar, sin fundamento y en forma un tanto infantil, que el acuerdo sería automáticamente beneficioso para ambos bloques por tratarse de la perspectiva de un mercado unificado de 800 millones de personas. Si se hace mal, como todas las señales lo indican, se ahondarán peligrosamente desequilibrios, cuando las sociedades requieren, por el contrario, revertirlos al estar viviendo una crisis histórica.