Los Fondos de Inversión transforman el capitalismo financiero
Las circunstancias que rodearon el anuncio no podían ser más inesperadas: La pandemia que paralizó la economía mundial. Los gobernadores acompañando, algunos con barbijos puestos, otros por teleconferencia por precaución. Aplazamiento de pagos por varios años. Reducción del monto total de la deuda e intereses. Plazos más prolongados.
El oficialismo interpreta con optimismo el apoyo opositor que se bifurca conforme al lugar que ocupan sus dirigentes. Los que gobiernan, que enfrentan la catástrofe sanitaria y necesitan del auxilio financiero del Gobierno Nacional, apoyan la propuesta de canje.
Los dirigentes sin tierra, los parlamentarios de provincias, tienen margen para criticar.
Gurúes y periodistas pertenecientes a medios de comunicación con intereses económicos, divulgan la indignación de los acreedores y señalan que tienen suficientes recursos para esperar el cambio de gobierno.
A lo ya expresado, se hace necesario conocer a quienes se sentarán del otro lado del Estado, en particular a los gigantescos fondos de inversión que acumulan una importante porción de la deuda y, como lo demostró el caso de la Provincia de Buenos Aires, cuentan con poder de veto, ya que las cláusulas de acción colectiva incluidas en los bonos a renegociar demandan que las reestructuraciones cuenten con la aprobación del 70% de los tenedores de cada papel.
Ahora se debe esperar hasta el 22 de mayo, límite para que Argentina no caiga en default.
La oferta está hecha y los grandes fondos de inversiones que compraron bonos a la paridad esperando cobrar tasas cercanas al 8%, perderán 3 de cada 4 dólares que esperaban recibir en intereses. En el caso de bonos con vencimiento a largo plazo habrá una reducción menor en el monto del capital invertido. Esto implica que entre lo que se deseaba cobrar por intereses (en base
a las condiciones originales de los contratos) y lo que efectivamente se va a cobrar, existe una
reducción importante.
Lo inteligente de la propuesta argentina es que la oferta tiene un mensaje implícito, profundo para el sistema financiero internacional.
El país reconocerá sus deudas, pero no está dispuesto a pagar por encima de lo que paga el resto del mundo (2% al 4% de interés) y necesita extender los plazos para poder crecer.
Tampoco está dispuesto a someterse a ajustes fiscales que acrecentarían la recesión y el impacto social.
La Argentina tiene amplio respaldo exterior para la oferta del canje, por el FMI, la CEPAL, la mayoría del G20 y recientemente del organismo de Naciones Unidas UNTAD (Conferencia de Comercio y Desarrollo). Pero en la actual fase del capitalismo globalizado hegemonizado por las finanzas globales, esos fondos de inversión, que manejan capitales superiores a varios PIB (producto interno bruto) de países sumados, tienen mucho poder e impunidad.
No importa que sean responsables de malas inversiones financieras al comprar bonos durante la gestión de Cambiemos (UCR, PRO, CC), alimentando un ciclo de endeudamiento insostenible, ni que estén acumulando fuertes quebrantos por el crack bursátil global.
Presionan al Gobierno Argentino para que mejore la oferta.
En realidad, ante un contexto de debacle financiera mundial, tratan de obtener ventajas, para ordenar el desquicio de emisión de deudas descontroladas de Macri.
Pese a las amenazas y las voces de alerta del establishment mediático local, pasar del default virtual a un default abierto es más un problema para esos fondos de inversión que para el actual estado de la economía Argentina.
Los diez principales acreedores de la deuda emitida en dólares con legislación extranjera, reúnen 8.400 millones de dólares, el 13% de la suma total a reestructurar, pero tienen la capacidad para influir en otros acreedores.
Transformaciones en el Capitalismo Financiero. Breve historia de la formación de estos fondos de inversión:
En la década del 80´se constituyeron comités de bancos acreedores para negociar nuevas emisiones de deudas, refinanciaciones y moratorias parciales.
Los lideraban según el país.
El Citibank, J.P.Morgan, B. National de París, Royal Bank de Canadá, B. of New York, Credit Lyonnais, Midland Bank PLC, Chemical Investiment Bank LTR, eran los que administraban la deuda externa argentina 1976-1992. Los países de América Latina habían recibido en la década del 70´créditos de la banca internacional.
A inicios de los 80´estalló la crisis de las deudas con el aumento significativo de las tasas de interés.
A partir de entonces el negocio de emisión y especulación con deudas soberanas comenzó a dispersarse hacia nuevos actores de las finanzas globales.
Los planes Baker (1985) y Brady (1989/92), diseñados por EEUU, fueron dos programas de reordenamiento de deudas latinoamericanas para evitar la quiebra de los bancos líderes de Estados Unidos. Sirvieron además para convalidar el endeudamiento contraído durante las dictaduras militares, avaladas por EEUU.
En esos tiempos avanzaba la expansión de las finanzas globales y la aparición de los Bancos de Inversión en el negocio de la deuda. A esos grandes bancos comerciales internacionales se le sumaron en forma activa Merril Lynch, Lehman Brothers, Baring, Bear Sterns, Morgan Stanley.
Otra crisis de deuda de mercados emergentes en la década del 90´ (y en particular, la crisis financiera global de 2008: estallido de créditos hipotecarios sub-prime y quiebra de Lehman Brothers), volvieron a modificar el tablero de los grandes jugadores de las finanzas. Quiebras, fusiones y mayores regulaciones impuestas por los Bancos Centrales desplazaron a esos bancos (comerciales y de inversión) del centro del casino financiero global.
Desde 2008 aparecieron hasta dominar el mercado las firmas dedicadas al manejo de carteras de inversión de instituciones y grandes fortunas individuales.
Lo hicieron favorecidas por la ausencia de restricciones normativas y de regulaciones para su operatoria como las que tienen los bancos. Se presentan como gestores de capitales de terceros.
Argumentan que no deben atarse a las regulaciones del sistema bancario.
No son intermediarios de dinero (depósitos – créditos) sino que se dedican a colocar los
millonarios capitales que recogen de sus clientes para comprar acciones, bonos corporativos o de
deudas soberanas. Son agentes financieros que pasan a sus clientes los beneficios o pérdidas de sus inversiones. Hoy
son los grandes acreedores privados de la deuda argentina.
Esos fondos de inversión pasaron a ser los jugadores principales de la actual fase del capitalismo dominado por las finanzas globales.
Poseen un inmenso poder sobre gobiernos y gran influencia en los paquetes accionarios de las grandes corporaciones.
Así el poder financiero pasó de los bancos comerciales y de inversión a esos fondos de administración de carteras de activos. Su expansión se dio a partir de la burbuja especulativa de los últimos diez años, alimentada por los milmillonarios rescates gubernamentales a bancos y corporaciones.
Se armó otra inmensa burbuja especulativa de deudas y Wall Street tuvo el ciclo alcista más prolongado de su historia (marzo 2009 cuando el índice SyP 500 alcanzó el mínimo de 666 puntos, hasta el 20 de febrero de 2020 con un máximo de 3380 puntos, 407,5 %).
Ahora por la pandemia bajó a 2798 puntos.
Sobresale Black Rock que contabilizó una ganancia promedio de más del 100% hasta el reciente crac. Esos resultados significaron una ampliación de sus clientes individuales e institucionales y una creciente influencia en gobiernos.
Tiene vínculos estrechos con las administraciones de Francia, EEUU, España, maneja el fondo de
pensiones del Estado de California. En Argentina los tuvo con el gobierno de Cambiemos (UCR-PRO-CC) y muy especialmente con Mauricio Macri.
Durante el actual gobierno de Donald Trump, la reserva Federal le pidió a Black Rock que administrara para el gobierno la compra de miles de millones de bonos corporativos con riesgo de insolvencia. Se mezcla negocios, finanzas, poder político, pasando a ser una de las características de estos fondos.
Analizamos una parte de esos grandes acreedores de la deuda externa argentina.
Compraron la mayoría de los bonos que tienen en su cartera en el momento del lanzamiento.
Estos son Black Rock, Pimco, Temple-ton y Gramercy, que suscribieron bonos durante la gestión del Ministro de Finanzas Luis Caputo en la Administración Macri.
Se trata de fondos nutridos por recursos previsionales que colocan la mayor parte de su cartera en inversiones a largo plazo y bajo riesgo, pero diversifican una porción menor en papeles más riesgosos.
Se trata de un capitalismo financierizado.
Sólo tres fondos (Black Rock, Vanguard y State Street) son accionistas dominantes del 88% de las principales 500 empresas estadounidenses.
Black Rock (B.R.), probablemente el principal tenedor de deuda local, es también el fondo de inversión más grande del mundo. Posee oficinas en 30 países y clientes en más de 100. A fines de 2019 administraba una cartera de 7,43 billones de dólares, una cifra que supera la suma de las economías de Alemania y Francia, que multiplica por más de catorce al PBI de Argentina. Sólo dos países tienen un tamaño económico (PBI) superior: EEUU y China.
A su vez controla más de 2700 fondos de inversión de distinto tipo, de los que el 65% son inversores institucionales, fondos previsionales de empleados públicos y privados de varios países.
También se cuenta entre los principales accionistas de todas las grandes petroleras, excluida Total, y en el top ten de los accionistas de siete de las diez productoras de carbón más grandes del mundo.
Tiene acciones de multinacionales como Coca Cola, Apple, Microsoft, General Electric y de las dos grandes agroquímicas de semillas y pesticidas, Bayer Monsanto, que se fusionaron en 2018 cuando Bayer compró Monsanto. En este gigante B.R. tiene el 7% de las acciones, lo que le da poder de veto en la Asamblea Directiva. Esta fusión involucró 63 mil millones de dólares.
La firma no solo administra activos, a través de Black Rock Solutions, trabaja con gobiernos, bancos centrales y grandes corporaciones en distintos rubros con los que monitorea un caudal de activos muy superior al que administra.
Laurence Fink y Robert Kapito, CEO y Director general de B.R, trabajaron en el First Boston y en el Credit Suisse y en otras firmas líderes en el mundo financiero de Wall Street y de Europa y se doctoraron en negocios en las universidades más prestigiosas.
Recientemente se asoció con Fidelity, el fondo que trabó el intento de reestructuración de la Provincia de Buenos Aires. Su participación era del 20% pero logró que no se llegara al porcentaje exigido para lograr el objetivo. Una de las características de B.R, es concretar operaciones que implican concentrar y monopolizar. Así es copropietario de 17.000 empresas y especula en las bolsas de Nueva York, Milán, Tokio, entre otras.
Templeton
Administra activos por 770.000 millones de dólares y se asoció en Argentina con la firma S.B.S. cuyo Director y socio es Gustavo Cañonero, Vicepresidente del Banco Central de la República Argentina, durante las gestiones de Caputo y de Guido Sandleris.
Este vínculo es una muestra más de endeudamiento, fondos de inversión y negocios con la deuda externa de Cambiemos que tenemos que pagar todos los argentinos.
Es un hecho evidente que los acreedores cooperan entre sí en la renegociación y que su objetivo no es el crecimiento de la Argentina sino la maximización de las ganancias.
El pago en el 2016 a los fondos buitres
El mensaje que ayudó su pago, fue que no importa lo disparatado de las tasas y las condiciones, antes o después los países como Argentina pagan.
Además la actuación coordinada existe y se aplicó durante el segundo mandato de Cristina Fernández de Kirchner, cuando distintos acreedores se organizaron bajo los mismos agentes de asesoría jurídica, como es el caso de la unión de B.R. y Fidelity.
Los Fondos de Inversión transforman el capitalismo financiero
Los nombres se repiten, tal es el caso de Dennis Hranitzky, el abogado que colaboró durante 12 años con Paul Singer en su disputa contra Argentina y que actualmente trabaja con un grupo de veinte fondos acreedores. No hará falta ser un lector muy atento para, en las próximas semanas, descubrir en la prensa hegemónica la capacidad de lobby de los bonistas.
No sólo estará en las notas de opinión, sino también en las voces de parte de la clase política y los
gurúes de la city.
Ya ganaron una vez y el costo para la Argentina fue altísimo: además de los 15 mil millones de dólares pagados a los buitres, las promesas de la “lluvia de inversiones” que nunca llegaron y nos endeudamos a corto plazo, haciendo insostenible la economía local.
El antecedente que dejó Cambiemos es que no importa que pase una década, si se sabe esperar e intentar desestabilizar, siempre llegará un gobierno que compensará con creces la demora. Frente a cualquier inconveniente en la reestructuración, el “mundo buitre” del capital financiero está ahí esperando.
Quizá por ello se optó por actuar en conjunto con el FMI, que es quien tiene más para perder (un crédito de 44.000 millones de dólares) que representa más del 50% de su cartera y que el no pago debería ser recapitalizado.
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Deuda pública según el Ministerio de Economía.
En millones de dólares, entre 2015 y 2019 aumentó de 240.665 a 323.177, aproximadamente un 34%.
El verdadero problema, es el aumento en moneda extranjera que pasó de 188.762 a 251.448.
Si estos números se descomponen entre deudas con organismos y deuda con los acreedores privados, despejando de paso deuda intra sector público, los números son los siguientes: Con los organismos financieros internacionales los pasivos, siempre para el periodo 2015/2019, crecieron desde 102.933 a 194.298 millones de dólares, un aumento del 89%.
Con los privados la deuda pasó de 56.018 a 118.481 millones de dólares, un aumento del 111,5%.
Deuda Mundial
Fuente: Instituto de Finanzas Internacional.
La deuda mundial suma 253,2 billones de dólares, equivale a 322% el PBI mundial. Comprende deudas soberanas, corporativas y de hogares.
Nunca se alcanzó el nivel actual. Existe mucha más deuda que riqueza material que respalde ese capital, que denomina “capital ficticio”.
Países emergentes: acumulan deudas por 72,5 billones de dólares, 223% del PBI de esas economías.
Países desarrollados: acumulan deudas por 180,7 billones de dólares, 383% del PBI de esas economías.
El FMI en un informe de Estabilidad Financiera Global advierte sobre la fragilidad del sistema financiero mundial, que estaría dado por el mayor endeudamiento de las corporaciones, la mayor tenencia de activos más riesgosos y más líquidos por parte de inversores institucionales y por la creciente dependencia de los préstamos externos de los países emergentes.
Plantea un escenario crítico y una cifra sin precedentes de deuda con posibilidades de caer en default.
La deuda corporativa de empresas es de 19 billones de dólares.
Equivale al 40% del total de deuda de las ocho principales economías del mundo. Esto se frenaría con la intervención de los Estados nacionales.
Existe la posibilidad de caer en una profunda recesión, superior a las del 29/30 del siglo XX.